lunes, 10 de diciembre de 2012

ella parte 2


Hola mi amor, no sé porque he comenzado a escribir esto hoy. Será porque por fin llegó la inspiración, será porque el silencio de mi casa me ayuda a escribir pero la principal razón por la que estoy escribiendo esto eres TÚ.
Me alegras la vida ¿Lo sabías? Todos y cada uno de los instantes de mi vida están llenos de tu esencia. Llenos de tu vida de tu amor. Inundas todo mi cuerpo, cada día te apoderas de un mayor parte de él y el proceso no tiene pinta de querer detenerse.
Día a día me planteo esta pregunta ¿Por qué yo? Aún no le he encontrado respuesta, de verdad que no y esto no lo digo por falsa modestia ni nada por el estilo, lo digo porque de verdad me considero la persona más  afortunada.
¿Quién no busca aquello que los cuentos llaman “amor verdadero”? ¿Quién? Creo sinceramente que todo el mundo en algún momento de su vida desea encontrar a ese alguien, ese alguien que te saca una sonrisa en los peores momentos, que te da sorpresa tras sorpresa, que te abraza cuando tienes miedo o cuando simplemente lo necesitas, que te comprende, que te apoya al doscientos por cien, que te soporta en esos días en los que ni tú mismo te aguantas, en definitiva, que está ahí para ti, pase lo que pase.
Todo eso yo ya lo tengo, con menos de 20 años, por lo que créeme cuando te digo que no te pienso dejar escapar. No, sé que sería el mayor error de mi vida hacerlo.
Tampoco quiero haceros creer que todo es un cuento de hadas, todo rosa, bonito, no, no lo es. Hay broncas, malentendidos, discusiones, gritos, llantos, pero también hay reconciliaciones, ese ¿me perdonas amor? Y ese claro que sí mi vida, sólo ha sido una bronca tonta, dame un abrazo/beso, y todo lo demás que puede conllevar una reconciliación si en vez de separarnos un teléfono, nos separan unos metros.
Eso es lo que diferencia a las buenas parejas, a las que están destinadas a durar del resto, su capacidad de aguante, de saber perdonar, de saber ponerse en el lugar del otro y de que las ganas de arreglarlo y volver a ser los mismos sigan ahí.
Eres un todo, un todo que si no está reduce mi mundo a la nada, porque seamos sinceros, después de que hayas entrado en mi vida, no me imagino una vida sin ti.
Sin tu forma de levantarte con los ojos entrecerrados un rato como diciendo ¿Dónde estoy? Y esa sonrisa que te sale instantes después, con tu pelo alborotado y las legañas, la forma de darme ese primer beso matutino que sabe tan bien, y todo lo que viene después.
Tú y tu forma de comer mirando al infinito y “pensando” y tu forma de mirarme cuando te digo eooo!! Tú forma de beber la leche y que se te quede algo en los labios, me encanta cuando te lo limpias con la mano, eres lo más bonito del mundo. Me encanta mirarte cuando te arreglas, te vistes y todo lo demás. Me encantan las ganas que tengo de volver a desvestirte en ese maldito instante. Tú forma de meterme prisa y a veces tu forma de ser tranquila.
Salir a la calle y mirar tu cara cuando te da el sol, es francamente graciosa, la forma de cogerme la mano y darme besitos por el cuello. Esos te quieros cuando el semáforo está en rojo y ese beso no dado porque el semáforo cambia de color. Esa vagueza tuya al andar unos días y esas ganas de recorrerte todo Madrid otros. Esa forma tuya de liarlo todo en la cocina, esas risas preparando la cena. Esas ganas tuyas de atiborrarme de comida (de croquetas en especial), aunque a decir verdad, no importa, porque estar contigo da hambre, da mucha hambre. Esa frase tan tuya que viene después de mi “me voy a duchar” y todo lo que viene detrás para lo que de verdad te lo digo no hay palabras.
Por último ese buenas noches cielo ha sido un día genial, y mi último pensamiento antes de cerrar los ojos siempre es, soy la persona más jodidamente afortunada de este mundo.
Porque si te paras un instante a pensarlo te das cuenta de las cosas que realmente importan, las que quieres que permanezcan a tu lado para siempre, aquellas que por mucho tiempo que pase estarán ahí para ti, por ti, sin esperar nada a cambio.
Eso eres tú para mi, un todo, una fuerza que recorre mi cuerpo cada pez que te imagino, un escalofrío cada vez que te recuerdo en esa estación, en nuestra primera cita, fue todo tan perfecto que casi daba miedo, una de esas sensaciones que sólo experimentas una vez. Eso que sólo alcanzan algunos, algo indescriptible. Se para el tiempo y ahí estás, tú sonriendo, con esa sonrisa permanente tan tuya, y de repente todo se para, me da igual el mal tiempo que hace que está lloviendo, que el frío empieza a calarse por mis huesos, que el tráfico de esta ciudad es insoportable, me da igual la gente que viene y va, siempre con demasiada prisa, me olvido de todo de la gente de sus preocupaciones estúpidas y las que no lo son tanto, me olvido hasta de mí, sólo puedo centrarme en ti, en tu sonrisa, tus ojos que adquieren un brillo que yo llamaría felicidad tus manos, todo…
De verdad te digo que sólo te veo a ti, en ese momento, como en tantos otros te conviertes en tu mundo, sé a ciencia cierta que si todo el resto de este maldito planeta desapareciera no lo notaría.
Siempre he oído que cuando conoces al amor de tu vida, algo se acciona en ti, y cambias a mejor, cambia tu forma de ver la vida, tu manera de ver tu vida, tu futuro, tus prioridades, y es cuando te das cuenta de las cosas. En definitiva, te vuelve mejor persona, eso has conseguido tú, hacerme mejor persona, y sé que seguirás consiguiéndolo.
Iría hasta el fin del mundo por ti, haría cualquier cosa que me pidieras porque te has convertido en el centro de mi vida, porque desde que te conozco no es la tierra lo que me sostiene, eres tú.
Te quiero amor mío

No hay comentarios:

Publicar un comentario